La izquierda española está dividida y desorientada. Los partidos que la representan están más preocupados por sus propios intereses que por los de la sociedad. Mientras tanto, la gente de la calle solo quiere tener dinero, calidad de vida y calidad de tiempo. ¿Es esta la fatalidad de la izquierda española? ¿No hay alternativa posible?
Los datos electorales no engañan. Unidas Podemos, la principal fuerza política de la izquierda alternativa al PSOE, ha sufrido un fuerte descenso en votos, diputados y concejales en casi todas las comunidades y ciudades donde se presentaba. La formación liderada por Ione Belarra e Irene Montero solo ha podido revalidar su presencia en uno de los seis gobiernos autonómicos de los que formaba parte: Navarra. En Madrid, la candidatura de Unidas Podemos con Mónica García al frente ha quedado fuera de la Asamblea y del Ayuntamiento, al igual que en la Comunidad Valenciana.
Pero los malos resultados electorales no son el único problema de Unidas Podemos. La formación ha vivido en los últimos años una serie de divisiones internas y crisis de liderazgo que han afectado a su cohesión y credibilidad. La salida de Pablo Iglesias, su fundador y líder histórico, tras las elecciones madrileñas, ha dejado un vacío difícil de llenar. Las dimisiones y enfrentamientos entre sus dirigentes han evidenciado las diferencias ideológicas y estratégicas dentro del partido. Y la gestión de la pandemia ha generado tensiones y contradicciones entre los socios de gobierno.
Porque Unidas Podemos forma parte del Gobierno central junto al PSOE desde enero de 2020. Una alianza histórica que supuso un hito para la izquierda española, pero que también ha supuesto un desgaste y una pérdida de identidad para el partido morado. Las dificultades para mantener una relación estable y fluida con el PSOE han sido constantes. Los desacuerdos sobre temas como los impuestos, las pensiones, la vivienda, la monarquía o Cataluña han generado roces y desconfianzas entre los socios. Y la dependencia parlamentaria de otros partidos nacionalistas o independentistas ha limitado el margen de acción del Gobierno.
¿Qué le queda entonces a la izquierda española? ¿Qué propuestas tiene para afrontar los desafíos sociales, económicos y ecológicos del siglo XXI? La verdad es que pocas. La izquierda española ha dejado un vacío ideológico y programático que no ha sabido llenar con alternativas claras y renovadoras. Se ha quedado atrapada en discursos del pasado, en consignas vacías o en eslóganes populistas. Ha perdido el contacto con la realidad y con las demandas de la ciudadanía. Ha renunciado a su papel transformador y emancipador.
Pero no todo está perdido. La izquierda española puede cambiar su actitud y estar dispuesta a ceder para lograr un bien mayor. Un bien mayor que se llama democracia, justicia social y sostenibilidad. Un bien mayor que requiere de una izquierda unida, plural, moderada y pragmática. Una izquierda que sepa escuchar, dialogar y pactar con otras fuerzas políticas y sociales. Una izquierda que tenga un proyecto común que priorice las necesidades reales de la gente.
¿Qué tipo de izquierda quiere la gente de la calle? ¿Una izquierda dogmática o una izquierda pragmática? ¿Una izquierda sectaria o una izquierda plural? ¿Una izquierda radical o una izquierda moderada? Estas son algunas preguntas que debería hacerse la izquierda española si quiere recuperar el apoyo y la confianza de la sociedad. Pero también son preguntas que deberíamos hacernos nosotros como ciudadanos. Porque al fin y al cabo, somos nosotros los que tenemos el poder de decidir el futuro de nuestro país.
¿Qué beneficios tendría para la sociedad española que los partidos de izquierda se unieran en torno a un proyecto común que priorizara las necesidades reales de la ciudadanía? ¿Qué obstáculos habría que superar para lograrlo? ¿Qué papel deberían jugar los movimientos sociales, las organizaciones sindicales y las plataformas ciudadanas en el impulso de una izquierda más cohesionada y eficaz? ¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación, los intelectuales y los líderes de opinión en el fomento del debate y el diálogo entre las distintas sensibilidades de la izquierda?
Estas son algunas cuestiones que nos invitan a reflexionar sobre el papel de la izquierda española en nuestra democracia. Una reflexión necesaria y urgente ante una situación crítica y compleja. Una reflexión que puede marcar la diferencia entre una España sumisa o una España unida.