Artículo de opinión por Eduardo M.
Leyendo la autodefensa de Álvarez de Toledo, tras su destitución, y las declaraciones del pasado fin de semana en la entrevista de El País, uno pudiera pensar que estamos ante una gran demócrata liberal, al estilo de Hannah Arendt, y que apuesta por la regeneración verdadera de las instituciones del país. En dicha entrevista decía: “Confundimos la discrepancia con la disidencia y la libertad con la indisciplina. Etiquetamos al que opina libremente con esa denominación despectiva de verso suelto. Y la libertad no es indisciplina. Es esencial para la conversación democrática adulta. También dentro de los partidos”.
De igual modo también señaló que la marcha de Juan Carlos I fue un error y que ha perjudicado al rey Felipe VI, que se dejó engatusar por el tacticismo del Presidente Sánchez. A simple vista toda esta retahíla principista pareciera ser una oda a los presupuestos más puros del kantianismo liberal. Seguro que Wodrow Wilson se
quedaría perplejo y la invitaría a escribir el décimo quinto punto de su programa universal.