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En España, la cerveza no es solo una bebida. Es un ritual. Un símbolo social. Se toma para celebrar, para desahogarse, para “salir un rato” o simplemente porque sí. Y claro, entre tanto brindis, ha calado una idea que se repite con media sonrisa: “Dicen que una cerveza al día es buena para el cuerpo”. ¿Pero qué hay de cierto en eso?
Porque no son pocos los que lo dicen en serio, ojo. “Tiene vitaminas”, “hidrata”, “mejora la circulación”… Todo eso se escucha en terrazas y barras. La pregunta es: ¿es verdad o es más una excusa bien armada para no dejar la caña?
¿Y qué dice la ciencia de todo esto?
Pues… depende. Y no es por salir del paso. Lo cierto es que la cerveza, sobre todo si es con moderación (esa palabra tan poco sexy pero tan importante), sí tiene algunos beneficios interesantes. No es solo agua con gas y alcohol. Contiene polifenoles, vitaminas del grupo B, minerales como el silicio (ojo con esto, que ayuda a los huesos) y antioxidantes.
Incluso hay estudios que apuntan a que el consumo leve puede tener un impacto positivo en la microbiota intestinal o reducir ciertos marcadores inflamatorios. Pero claro, todo esto bajo una condición: moderación extrema. Porque ahí está la trampa.
El límite entre lo saludable y lo autoengaño
Una cerveza al día —si hablamos de una rubia de 200-300 ml— podría no hacer daño. Incluso, en ciertas personas, aportar algo. Pero si se convierte en dos, o en algo “diario sin excepción”, ya no estamos hablando de salud. Estamos hablando de hábito. Y cuando el alcohol se convierte en rutina, la balanza se inclina al otro lado.
No hace falta ser radical, ni caer en el alarmismo. Pero tampoco hay que vestir de salud lo que, en el fondo, es ocio. Porque sí, la cerveza sin alcohol es otra historia. Ahí sí hay margen para hablar de beneficios sin peros tan grandes. Pero cuando hay etanol de por medio, el cuerpo se lo toma en serio, y no precisamente como un brindis.
La conclusión: brindis, sí. Mito, no
Al final, la clave no está en demonizar la cerveza, ni en santificarla. Está en ponerla en su sitio. Es una bebida que, en pequeñas dosis, no parece ser el enemigo. Pero tampoco es la medicina milagrosa que algunos quieren creer entre tapa y tapa.
Así que, si te gusta, disfrútala. Pero sin trampas mentales. ¿La cerveza es saludable? A veces, un poco. ¿Nos conviene beberla por salud? No especialmente.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que exageramos con los riesgos o que estamos demasiado relajados? Cuéntalo, que de esto se habla más en bares que en consultas… y quizá deberíamos equilibrarlo un poco.