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Más allá de las bolas de dragón: ¿qué valores transmite Dragon Ball?
No son pocos los que crecieron viendo a Goku enfrentarse a villanos con nombres imposibles y músculos de otro planeta. Para muchos, Dragon Ball Z fue simplemente eso: dibujos japoneses con peleas espectaculares, gritos que duraban capítulos enteros y transformaciones cada vez más imposibles. Pero si uno se detiene a rascar un poco —sin prejuicios ni nostalgia ciega— se da cuenta de que la historia de Goku y compañía es, en el fondo, una defensa clara contra el totalitarismo y el abuso de poder.
Saiyans, tiranos y resistencia: los paralelismos son evidentes
Veamos. Freezer, el emperador del universo, aniquila pueblos enteros, manipula la información y domina a través del miedo. ¿Suena familiar? Lo que plantea Toriyama con este personaje no dista mucho de lo que haría cualquier dictador fascista del siglo XX: imponer su visión a base de violencia y destrucción. Y no, no es casualidad que Freezer destruya el planeta Vegeta para acabar con una posible rebelión. Esa obsesión por anular al “otro” antes de que se levante también está muy documentada en la historia.
Por otro lado, tenemos a los Saiyans, raza guerrera esclavizada por Freezer. Pero, en lugar de glorificar la violencia de estos últimos, la serie premia a aquellos que rompen el ciclo, como Goku o Vegeta. El primero, criado lejos de su cultura belicista, se convierte en símbolo de libertad y resistencia; el segundo, que empieza como enemigo, sufre un arco de redención en el que aprende que la fuerza no sirve de nada sin empatía.
La fuerza que protege, no que somete
Aquí hay algo que suele pasar desapercibido: en Dragon Ball, los héroes no luchan por conquistar, sino por proteger. Goku no busca dominar el universo. De hecho, lo que más le interesa es superarse a sí mismo, entrenar, y vivir tranquilo con los suyos. Ese ideal, casi estoico, choca de frente con la lógica autoritaria, que exige control y sumisión.
Además, los valores que más se repiten en la serie —la superación personal, la cooperación, la amistad entre especies distintas— son profundamente contrarios al discurso del odio, la exclusión o la pureza racial, típicos del fascismo. Basta con recordar cómo Namekianos, humanos, androides y hasta antiguos enemigos acaban colaborando por un bien común.
Filosofía y manganime: más cerca de lo que parece
Muchos se reirán. “Son solo dibujos”, dirán. Pero el arte, incluso el comercial, absorbe los valores de su tiempo. Y en Japón, país que vivió de cerca las consecuencias del militarismo y el autoritarismo, no es tan raro que los creadores —consciente o inconscientemente— introduzcan mensajes de resistencia. Dragon Ball, en su envoltorio de espectáculo y acción, esconde una crítica al uso ilegítimo del poder y una defensa férrea de la libertad individual.
¿Y tú? ¿Ves Dragon Ball con otros ojos ahora?
La próxima vez que veas a Goku enfrentarse a otro tirano con su sonrisa ingenua y su convicción inquebrantable, pregúntate: ¿no está haciendo, en el fondo, lo que haría cualquier antifascista?
Se comenta en redes. Y tú, ¿qué opinas? ¿Es Dragon Ball solo un anime de peleas o hay algo más bajo la superficie? Te leemos.