
¿Por qué la extrema derecha está ganando la guerra cultural entre los jóvenes en España? Y lo que tú puedes hacer al respecto
2 de agosto de 2025VIDEO – Dos jóvenes españoles intentan quemar viva a una anciana y su hijo sin que nadie se escandalice: si fueran inmigrantes ya habría cacería

El caso de Torres de la Alameda deja en evidencia un doble rasero preocupante: cuando los agresores son «de aquí», la alarma social desaparece.
Un silencio atronador que dice mucho
La escena es dantesca. Una mujer de 80 años, pobre, con miedo, y su hijo, discapacitado, sobreviven como pueden en una vivienda medio derruida en Torres de la Alameda. De noche, mientras dormían, dos jóvenes les rociaron con lejía, les tiraron botellas, prendieron fuego a la entrada. En el vídeo difundido por la Guardia Civil se ve todo: la crueldad, la impunidad, el desprecio absoluto.
¿Dónde está el escándalo? ¿Dónde las portadas a todo color, las tertulias encendidas, las columnas incendiarias?
Porque, seamos claros: si estos dos agresores —jóvenes, españoles, vecinos del mismo pueblo— hubieran tenido nombres árabes, subsaharianos o sudamericanos, ya estaríamos hablando de batidas vecinales, de linchamientos mediáticos, de discursos políticos encendidos pidiendo expulsiones y mano dura. Ya habría un “Torres de la Alameda” trending topic. Pero no. Esta vez son “de los nuestros”. Y, de pronto, el país calla.
¿Aporofobia? No, puro desprecio de clase
Lo llaman “aporofobia”, un término técnico y algo lejano que suena a tesis universitaria. Pero lo que hay detrás es mucho más crudo: odio al pobre, asco al vulnerable, ganas de aplastar al que no tiene nada. Gente que siente que puede hacer lo que le dé la gana porque sus víctimas “no valen nada”. Porque no tienen voz. Porque nadie va a defenderlas.
Y efectivamente, nadie lo ha hecho. Carmen, que así se llama la mujer agredida, tuvo que explicar con lágrimas en los ojos que le tiraron lejía a la cara, que intentaron quemarla viva. Literalmente. Y aún así, el país no se ha inmutado.
La doble vara que ya cansa
No son pocos los que piensan —y con razón— que si en vez de ser una anciana española hubiera sido una familia inmigrante, el caso habría escalado a otro nivel. Lo vimos en Torrepacheco, en El Ejido, en tantos otros lugares donde la indignación selectiva prende con rapidez cuando el agresor no es “uno de aquí”.
Pero cuando lo es, se relativiza, se habla bajito. Se esconde. Se prefiere mirar para otro lado.
¿Y si hubiera sido tu madre?
Aquí ya no hablamos de ideologías ni de partidos. Hablamos de humanidad. De sentido común. ¿Qué clase de sociedad acepta que se ataque con fuego y lejía a una mujer indefensa en mitad de la noche… y lo trate como si fuera un hecho menor?
Conclusión: ¿hasta cuándo este silencio?
La aporofobia está creciendo. Y lo peor no es que existan agresores dispuestos a quemar a una anciana por ser pobre. Lo más preocupante es la indiferencia generalizada. Porque el silencio también es cómplice.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que se habría reaccionado igual si los agresores hubieran sido extranjeros? ¿Vamos a seguir ignorando el odio al pobre mientras nos indignamos solo cuando conviene?
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🎥 [VÍDEO: Así fue la agresión a Carmen y su hijo en Torres de la Alameda – Guardia Civil]
(Imágenes duras. )
💥 Terrible ataque con lejía y botellas de vidrio a una anciana vulnerable y su hijo.
— Malas Lenguas (@MalasLenguasLa2) July 28, 2025
👉 Algunos hablan de aporofobia…. @BlancaBayo , de #VerificaRTVE explica en #MalasLenguas qué es y cómo se castiga pic.twitter.com/q0fJLxIDAm