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Desde hace unos meses, ha empezado a circular por redes y foros un rumor que, como tantos otros, ha ido ganando fuerza sin demasiado filtro: “Un meteorito podría impactar contra la Tierra en 2030”. Así, sin anestesia. El titular tiene gancho, claro, pero… ¿qué hay de cierto? ¿Debemos preocuparnos o es otro episodio más del eterno temor al fin del mundo?
Lo cierto es que la NASA y otras agencias espaciales llevan años catalogando objetos cercanos a la Tierra, los conocidos como NEOs (Near-Earth Objects). No es nuevo. Lo hacen con precisión matemática, cruzando trayectorias y calculando probabilidades de impacto. Y sí, hay una roca —bautizada como 2023 HX1, por ponerle nombre y no caer en el sensacionalismo genérico— que podría acercarse peligrosamente a nuestro planeta hacia el año 2030. Eso no quiere decir que vaya a chocar. Ojo.
No es la primera vez (ni será la última)
Cada cierto tiempo, estos avisos resurgen. Lo vivimos con Apophis hace años —ese famoso asteroide que iba a borrarnos del mapa en 2029— y que, al final, se descartó como amenaza tras recalcular su órbita. Pero claro, el miedo vende, y la gente lo percibe así: una especie de lotería cósmica que algún día podría tocar.
Y ahí está el matiz. Porque aunque la probabilidad de impacto de este meteorito para 2030 sea bajísima (hablamos de menos del 0,01%), no son pocos los que piensan que “y si esta vez fallan los cálculos”. La desconfianza, muchas veces, no nace de la ciencia, sino de la manera en la que se comunica. Un titular mal interpretado, una frase sacada de contexto, y ya tienes a medio Twitter hablando del próximo cataclismo.
¿Estamos preparados?
Esa es la pregunta que realmente importa. Porque aunque el meteorito de 2030 no suponga una amenaza real (por ahora), lo cierto es que la humanidad no cuenta todavía con un sistema completamente operativo para desviar objetos grandes que vengan hacia nosotros. La misión DART, que impactó deliberadamente contra un asteroide en 2022, fue un primer paso, prometedor pero muy experimental. Vamos aprendiendo… pero aún a medio gas.
Y mientras tanto, la conversación sigue. Se comenta en los bares, en los chats de WhatsApp, incluso en las comidas familiares: “¿Has oído lo del meteorito?”, preguntan, entre bocado y bocado. Porque la ciencia, cuando roza lo existencial, se cuela en el día a día de todos, incluso de quienes nunca han mirado al cielo más allá de buscar la luna llena.
En resumen…
¿Hay un meteorito que podría acercarse a la Tierra en 2030? Sí. ¿Va a chocar? Muy, muy improbable. Pero el tema está servido y, con él, una oportunidad para reflexionar sobre cómo comunicamos la ciencia, cómo nos preparamos para lo improbable… y cómo nos enfrentamos, en el fondo, a nuestras propias inseguridades ante lo desconocido.
¿Y tú qué opinas? ¿Es paranoia o precaución? Te leo.