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Mientras la clase política se enreda en discursos gastados, expertos advierten: o cambiamos el chip o el país pagará las consecuencias. ¿Estamos a tiempo?
El gran tabú: sin inmigrantes, colapsamos
Lo dicen los datos, lo susurran los economistas y lo gritan las empresas desesperadas por falta de mano de obra: España necesita inmigración. Pero no vale cualquier fórmula. El modelo actual —precariedad, guetos y burocracia kafkiana— es una bomba de relojería.
Seamos claros. Sin ellos, las pensiones se derrumban, la hostelería para y los campos se pudren con la fruta sin recolectar. Pero aquí seguimos, discutiendo si regularizar o deportar, mientras Italia ya reparte permisos de trabajo exprés y Alemania ofrece cursos de alemán con contrato incluido. ¿A qué esperamos?
Regularizar YA: el debate que asusta a Vox (y a la CEOE)
Bruselas lleva años pidiéndolo, los sindicatos lo exigen y hasta el FMI avisa: la economía sumergida de 2 millones de personas —medio millón solo en Madrid— es un agujero negro que nos empobrece a todos. Regularizar no es «premiar» a nadie, como vocifera la ultraderecha. Es convertir informalidad en cotizaciones, negreros en empleadores legales y marginación en consumo.
Ejemplo práctico: un senegalés en Lleida que sale de los campos ilegales y firma un contrato. Paga impuestos, alquila un piso (¡hola, crisis de vivienda!), mete a sus hijos en la escuela pública y compra en el Mercadona. ¿Quién pierde aquí? Solo los que explotan al invisible.
Lo que nunca se dice: ellos son nuestro futuro demográfico
España envejece a ritmo de vértigo. Cada año hay 100.000 nacimientos menos que en 2008, y las proyecciones son escalofriantes: en 2050, el 40% de la población tendrá más de 60 años. Mientras, en Lavapiés o El Raval, las aulas rebosan de niños apellidados Mohamed, Zhang o Da Silva. Esos críos, mal que le pese a Abascal, serán los médicos que nos operen, los ingenieros que diseñen nuestras ciudades y los contribuyentes que paguen nuestras jubilaciones.
La pregunta no es si queremos integrarlos. La pregunta es: ¿podemos permitirnos no hacerlo?
¿Estás de acuerdo? La polémica está servida: comparte este artículo y dinos qué harías tú. #EspañaSeHundeOSeSalva