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24 de julio de 2025En un país como España, donde la política se cuela en cada sobremesa y cualquier tertulia puede convertirse en debate encendido, hay algo que muchos se están preguntando: ¿siguen teniendo sentido los partidos de toda la vida?
PSOE y PP llevan décadas protagonizando la escena. Para algunos, representan la estabilidad. Para otros, son un símbolo de estancamiento. Pero lo cierto es que las reglas del juego han cambiado, y ellos… no tanto.
No es que hayan desaparecido, pero ya no mandan solos
Hasta hace no tanto, bastaba con que uno de los dos ganara y se ponía en marcha el gobierno. Hoy, eso suena casi a ciencia ficción. Pactos, bloques, alianzas imposibles. La política española se ha vuelto más fragmentada que nunca.
Y eso, en parte, tiene que ver con que muchos votantes se han despegado. No es solo desconfianza. A veces es cansancio, otras, indiferencia. Se percibe —y se comenta en la calle, en redes, en bares— que estos partidos ya no escuchan como antes.
Intentos de cambio… ¿sinceros o cosméticos?
Ambos lo han intentado. El PSOE ha virado hacia una agenda más social y moderna. El PP, por su parte, busca recuperar su imagen de partido responsable. Pero la gran pregunta es si esas transformaciones son auténticas o simples lavados de cara para aguantar el tirón.
Porque el contexto ha cambiado. Hoy no se vota por tradición. Se vota por causas, por emociones, incluso por reacciones a lo que pasa en TikTok o en Twitter. Y quien no entienda eso, está perdido.
La política ya no se hace (solo) en los despachos
Los partidos que siguen dependiendo del mítin clásico, del cartel electoral y de la entrevista pactada en televisión, están en desventaja. Ahora, una historia contada en Instagram o un vídeo mal editado en redes puede arruinar una campaña entera.
La política se ha vuelto emocional, inmediata y caótica. Y los partidos tradicionales, por lo general, no se sienten cómodos en ese terreno. Están hechos para el largo plazo… pero la gente quiere respuestas ya.
¿Y ahora qué?
¿Desaparecerán? Probablemente no. Pero si no cambian de forma real —no solo en el discurso, sino en la manera de actuar, escuchar y comunicar—, su espacio va a ser cada vez más pequeño.
Algunos ya lo notan. Otros siguen como si nada. Pero el reloj no para.
¿Tú qué opinas?
¿Siguen siendo necesarios los partidos de siempre? ¿O ha llegado el momento de abrir paso a nuevas formas de representación?
Escríbenos en los comentarios y únete a la conversación. Porque la política no se hace sola.