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16 de agosto de 2025Cuando se habla de infartos, la mayoría piensa en una escena de película: un hombre que se agarra el pecho, se encoge de dolor y cae al suelo. Pero la realidad es bastante más matizada, sobre todo cuando hablamos de mujeres. En los hospitales se comenta que no son pocos los casos en los que ellas llegan tarde, porque ni siquiera han identificado que lo que sienten es un ataque al corazón.
Lo que dicen los datos… y lo que pasa en la calle
Según la Sociedad Española de Cardiología, los hombres suelen presentar los llamados síntomas “clásicos”: dolor intenso en el pecho, presión que se irradia al brazo izquierdo, sudor frío y dificultad para respirar. Es el patrón que todos tenemos grabado en la cabeza.
En las mujeres, en cambio, el cuadro puede ser más difuso. Fatiga extrema, dolor en la mandíbula, náuseas o molestias en la espalda son señales que, a simple vista, podrían confundirse con problemas digestivos, estrés o un mal día. Y ahí está el problema: muchas no lo ven venir hasta que es demasiado tarde.
El peso de los estereotipos médicos
La gente lo percibe así: la medicina, durante décadas, ha estudiado el corazón tomando como referencia el cuerpo masculino. No es una exageración. La mayoría de investigaciones iniciales se centraban en hombres, lo que dejó en segundo plano las particularidades femeninas.
Esto ha tenido consecuencias reales. Todavía hay urgencias en las que una mujer con mareos y cansancio es derivada a reposo o medicación para la ansiedad, cuando en realidad está a punto de sufrir un infarto. No siempre es mala fe: a veces es pura inercia de un sistema que ha aprendido a mirar en una dirección.
Señales que no conviene ignorar
No se trata de entrar en pánico cada vez que aparece un dolor extraño, pero sí de estar atentos. En hombres, el dolor opresivo en el pecho sigue siendo la señal más frecuente y grave. En mujeres, conviene no restar importancia a la falta de aire sin motivo aparente, la debilidad repentina, la sudoración excesiva o esa presión incómoda en la zona alta del abdomen.
Se comenta entre médicos de familia que, muchas veces, una simple electrocardiografía a tiempo puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.
Una cuestión también cultural
Quizá parte del problema sea que a las mujeres se les ha enseñado a aguantar, a no “molestar” con sus síntomas, a pensar que “ya pasará”. Y claro, cuando el cuerpo da avisos, se tiende a posponer la visita al médico. En los hombres, en cambio, existe una idea más directa de que el dolor en el pecho es grave y requiere atención inmediata.
En conclusión
Conocer estas diferencias no es un lujo, es una cuestión de salud pública. La información salva vidas, y entender que el infarto no se manifiesta igual en todos puede evitar diagnósticos tardíos.
Porque, al final, el corazón no entiende de géneros, pero los síntomas… a veces sí. Y ahí está la clave. ¿Usted lo sabía? Pues quizá sea momento de contarlo.