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3 de septiembre de 2025Ultraderecha y elecciones: 7 claves que explican por qué gana mientras la izquierda se divide

Ultraderecha y elecciones es ya una de las expresiones más repetidas en tertulias, cafés de barrio y despachos políticos. La sensación de que la derecha radical avanza mientras la izquierda se desangra y se divide no es solo un relato mediático: las encuestas lo reflejan y la calle lo comenta. No son pocos los que piensan que los próximos comicios traerán un vuelco, y la gran pregunta es por qué. ¿Qué explica que un discurso duro, a veces simplista, se imponga a una izquierda atrapada en luchas internas y desencuentros estratégicos?
Lo que sigue es un análisis a fondo de las razones que están detrás de este fenómeno, contado con un tono directo, cercano y crítico.
Tabla de contenidos
- El contexto internacional: la ola reaccionaria
- La izquierda se divide: egos, siglas y estrategias enfrentadas
- El papel de la economía: inflación, precariedad y hartazgo
- El relato emocional de la ultraderecha
- Medios de comunicación y redes sociales
- Comparativa: ¿qué ofrece la ultraderecha frente a la izquierda?
- ¿Hacia dónde vamos? Escenarios posibles
El contexto internacional: la ola reaccionaria
No podemos entender el auge de la ultraderecha en España sin mirar alrededor. Hungría, Italia, Francia, Argentina… la lista de países donde los discursos de corte nacionalista y autoritario marcan agenda es cada vez más larga. Y como se comenta en círculos diplomáticos, “cuando la ola viene de fuera, lo raro es que no te moje”.
En este marco global, el votante español no es inmune: las mismas recetas que triunfan fuera (mano dura contra la inmigración, cuestionamiento de la agenda feminista, promesas de orden y autoridad) encuentran eco en un electorado cansado de promesas incumplidas.
La izquierda se divide: egos, siglas y estrategias enfrentadas
Si la ultraderecha gana terreno, también es porque la izquierda se desangra. Basta observar el mapa de siglas: partidos que nacieron juntos y terminaron peleados, líderes que se critican más entre ellos que al adversario común, movimientos sociales desencantados. “Cada cual cree que tiene la receta mágica”, comentaba hace poco un exdirigente socialista, “pero al final se diluyen todos en la pelea interna”.
En las últimas semanas hemos visto ejemplos claros: primarias conflictivas, declaraciones cruzadas y hasta vetos en pactos municipales. La gente lo percibe así: un espacio político ocupado en mirarse el ombligo mientras la vida cotidiana aprieta.
El papel de la economía: inflación, precariedad y hartazgo
Más allá de ideologías, hay un factor que atraviesa todo: la economía. La inflación en la cesta de la compra, los alquileres imposibles, la precariedad laboral. Según datos recientes, el 67% de los españoles cree que “vivirá peor que sus padres”. Este malestar no siempre se traduce en voto progresista: muchos, sencillamente, buscan un cambio drástico.
Ahí es donde la ultraderecha promete soluciones rápidas: rebajas fiscales, menos burocracia, “orden en la economía”. Aunque los economistas adviertan que se trata de recetas de corto plazo, el discurso cala porque toca el bolsillo y, sobre todo, las emociones.
El relato emocional de la ultraderecha
Uno de los factores menos comentados, pero más potentes, es el relato emocional. Mientras la izquierda se pierde en tecnicismos, la ultraderecha apela a lo sencillo: patria, familia, seguridad. Son palabras cargadas de historia y afecto, que conectan con un electorado que no siempre lee programas electorales, pero sí quiere certezas.
No son pocos los analistas que destacan cómo el tono desafiante y directo de estos líderes contrasta con la fragmentación discursiva de la izquierda. “No se trata de lo que dicen, sino de cómo lo dicen”, resumía un sociólogo en un reciente foro político.
Medios de comunicación y redes sociales
Otro terreno donde la ultraderecha ha sabido jugar mejor sus cartas es en los medios y, sobre todo, en las redes sociales. Mientras la izquierda discute su estrategia digital, la derecha radical produce mensajes virales, memes agresivos y vídeos cortos que circulan como la pólvora en WhatsApp y TikTok.
Los medios tradicionales tampoco son neutrales: basta encender ciertos canales de televisión para encontrar un discurso que normaliza y hasta blanquea posiciones extremas. La combinación es explosiva: cobertura constante más viralidad en redes igual a presencia permanente en el imaginario colectivo.
Comparativa: ¿qué ofrece la ultraderecha frente a la izquierda?
Para entender mejor el contraste, basta con resumir las propuestas más visibles:
Tema | Ultraderecha | Izquierda fragmentada |
---|---|---|
Inmigración | Control estricto, discurso antiinmigrante | Políticas inclusivas, con matices internos |
Economía | Rebajas fiscales, menos impuestos | Redistribución, subidas a grandes fortunas |
Feminismo | Rechazo a la “ideología de género” | Defensa de leyes de igualdad, con divisiones |
Unidad territorial | Centralismo, recentralización | Federalismo, autonomismo, propuestas diversas |
Comunicación | Mensajes directos, virales | Debates internos, poca claridad narrativa |
Esta tabla refleja lo que mucha gente comenta: mientras uno ofrece eslóganes claros, el otro transmite ruido y división.
¿Hacia dónde vamos? Escenarios posibles
El futuro inmediato parece inclinarse hacia un ascenso de la ultraderecha, pero no está escrito en piedra. Dependerá de tres factores clave:
- La capacidad de la izquierda de recomponerse. Si logra una mínima unidad, puede frenar el avance.
- El papel del centro político. Una tercera fuerza puede arbitrar el escenario.
- Los imprevistos: crisis internacionales, escándalos de corrupción o nuevas figuras emergentes pueden alterar la partida.
En cualquier caso, se percibe una tendencia clara: la ultraderecha ha conseguido convertirse en alternativa real de poder. Y eso, en un país donde hace apenas una década era marginal, es ya un cambio histórico.
Conclusión
El auge de la ultraderecha y elecciones cada vez más marcadas por la polarización son dos caras de la misma moneda. La izquierda se divide, la derecha radical crece. Pero la política, como la vida, nunca está cerrada: aún quedan cartas por jugar. Lo que parece seguro es que la próxima campaña será más dura, más emocional y más imprevisible que nunca.
Y ahora la pregunta queda en el aire: ¿será capaz la izquierda de reinventarse o asistiremos a un cambio de ciclo definitivo? El debate está abierto, y este artículo quiere ser solo una invitación a pensarlo juntos.