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31 de julio de 2025Planeta Libre (La Belle Verte, en su título original), es de esas películas que no pasan desapercibidas. Estrenada en 1996 y dirigida por Coline Serreau —sí, la misma que firmó Tres solteros y un biberón—, esta comedia aparentemente inocente ha sido censurada, silenciada y arrinconada en más de un país europeo. La pregunta es inevitable: ¿por qué?
Porque, entre risas y escenas absurdas, Planeta Libre lanza una crítica feroz —pero disfrazada de dulzura— contra los pilares del sistema occidental. La sociedad de consumo, la burocracia, la educación reglada, el sistema sanitario, la política tradicional… Todo se pone en cuestión. Y eso, claro, incomoda. Mucho.
Una utopía que molesta
La trama es sencilla pero ingeniosa. Un planeta lejano, donde la gente vive en armonía con la naturaleza, decide enviar una emisaria a la Tierra —un mundo que, desde su perspectiva, parece más bien un manicomio con traje y corbata—. A partir de ahí, el espectador se ve confrontado con escenas que, entre lo cómico y lo crudo, nos hacen reír… y luego pensar.
No son pocos los que creen que la película se adelantó a su tiempo. Habla de colapsos sociales, de la desconexión con lo esencial, de cómo la tecnología y la economía han invadido nuestras vidas hasta asfixiarlas. Y lo hace sin sermonear, sin manual de instrucciones. Simplemente mostrando un espejo. Uno que no siempre gusta mirar.
¿Por qué fue censurada?
Aquí entramos en terreno pantanoso. Oficialmente, no se han dado explicaciones claras. Pero se comenta —y esto no es teoría conspiranoica, sino observación— que algunas plataformas europeas se han negado a distribuirla por “contenido ideológico sensible”. Traducción: remueve demasiado.
La gente lo percibe así. No es una película con violencia, ni sexualmente explícita. Tampoco es propaganda política. Pero incomoda. Porque plantea lo que muchos prefieren no plantearse: ¿y si el problema no son las crisis, sino el propio sistema?
Un mensaje urgente en tiempos de polarización
Ahora que la política española —y europea, ya puestos— anda más polarizada que nunca, con discursos que giran en bucle y ciudadanos cada vez más desencantados, Planeta Libre ofrece un soplo de aire. Crítico, sí. Pero también esperanzador. Porque no se limita a denunciar; propone. Invita a imaginar otras formas de vivir, sin caer en dogmas ni utopías inalcanzables.
Y tal vez por eso mismo debería verse. Porque hace falta mirar más allá de las etiquetas, salir un rato del ruido, y pensar. Pensar de verdad.
¿Te atreves a verla?
No te vamos a decir que cambiará tu vida. Pero sí que es difícil salir indiferente. Y eso, en estos tiempos de saturación digital y pensamiento rápido, ya es bastante.
🔗 Aquí puedes verla (antes de que la borren otra vez)