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Más allá del espectáculo: ¿qué hay tras el vídeo viral?
No es una historia de política al uso, pero lo que está pasando en redes estos últimos días —y no son pocos los que lo comentan— tiene que ver con algo que, de algún modo, toca a todos. Se comenta que un vídeo grabado en un concierto de Coldplay en Boston, donde se captó una supuesta infidelidad entre dos asistentes de alto nivel ejecutivo, se ha hecho viral hasta rozar los 130 millones de reproducciones El País.
Y aunque suene a cotilleo de mercadillo, la gente lo percibe como un síntoma: en plena era de lo personal y lo íntimo, lo que antes se quedaba en el pasillo de casa hoy corre a velocidad de meme. Se notan los matices: no es solo el morbo, sino esa conexión directa con las redes, donde el drama cotidiano se convierte en trending topic sin necesidad de filtros.
El “beef” que enciende a la Gen Z
No ha sido el único caso. Al mismo tiempo, saltó a la palestra un enfrentamiento público entre dos tiktokers españolas —Sofía Surferss y Fabiana Sevillano— un “beef” que ha acumulado millones de visualizaciones. Lo peculiar: enfrentamientos puramente personales, colgados como contenido. Y claro, en este caldo de cultivo, algunos empiezan a preguntarse si ya no vale currarse un reportaje, sino simplemente subirse al tren del drama y compartir —literalmente— tus desamores El País.
Economía digital del cotilleo
No nos engañemos: el sistema premia ese contenido. Tomas, un experto en tendencias digitales, sostiene que los contenidos que tiran de emoción —y sobre todo los que tienen un punto de viralidad íntima— ganan visibilidad en plataformas como TikTok, por encima de formatos clásicos y elaborados El País. Y mientras, las vistas, likes, reposts… suben como la espuma.
Así que, si lo analizas con un poco de distancia, es como si el periodismo popular dijera: “vale, estamos cansados de lo sesudo, dame un corazón roto o una infidelidad para comentar”. Algo funcionaría bien en formato noticia, algo que la gente comparta en el grupo de WhatsApp… y ya está.
Conclusión: ¿qué dice eso de nosotros?
En fin, no son pocas las reflexiones que trae este fenómeno. ¿Es una moda pasajera alimentada por la necesidad de espectáculo fácil? ¿O estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma: el periodismo —o lo que sea— cien por cien emocional, íntimo y fugaz?
Te dejo con esto para que lo pienses o, mejor aún, para que lo comentes. ¿Compartirías tú este tipo de contenido? ¿Dónde está el límite entre lo público y lo privado? La palabra está en tu mano.