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Una escapada sin hipotecarse: ¿es posible?
Con el precio de la vida subiendo como la espuma —la cesta de la compra, la gasolina, los alquileres—, para muchas familias de clase media-baja en España, pensar en unas vacaciones parece más un lujo que una necesidad. Pero ojo, que aún quedan rincones donde desconectar no implica vaciar la cuenta. Se habla mucho de viajar barato, pero poco se dice de los lugares que, sin estar en el top de Instagram, tienen encanto, buena comida y precios razonables. Y sí, existen.
Lugares con alma… y sin multitudes
Uno de esos destinos que ha empezado a sonar en corrillos de viajeros austeros es Aínsa, en Huesca. Un pueblo medieval que parece detenido en el tiempo, con calles empedradas y vistas al Pirineo que cortan la respiración. No es Benidorm, y eso, en este caso, es una bendición. Aquí se puede dormir por 40 euros la noche y comer un menú contundente por 12. Y lo mejor: sin colas, sin masificación, sin postureo.
Otro que sorprende es Almendralejo, en Badajoz. Tierra de vinos, de tapas generosas, de gente que saluda por la calle. La gente lo percibe así: auténtico. Se comenta que es el típico sitio que no sale en los rankings, pero que los que van repiten. Allí, los alojamientos rurales salen tirados de precio y hay planes para aburrir: bodegas, rutas de senderismo, museos gratis… ¿Quién da más?
Costa sí, pero con cabeza
Porque también hay playa para bolsillos apretados. Basta con alejarse un poco del circuito de siempre. ¿Un ejemplo? Caleta de Vélez, en Málaga. No es Marbella ni falta que le hace. Un pueblito costero con ambiente familiar, pescado fresco y apartamentos que, si se reservan con tiempo, rondan los 50 euros la noche. En la arena no hay DJs, pero sí jubilados jugando a las cartas y niños haciendo castillos. A veces, eso vale más.
Otro clásico olvidado es Castropol, en Asturias, justo al lado de la ría del Eo. Tranquilidad, naturaleza, y sidra barata. ¿Qué más se puede pedir?
Más allá del precio: otro tipo de lujo
Porque al final, el verdadero lujo no está en el hotel de cinco estrellas, sino en poder sentarte en una terraza sin mirar el reloj, en encontrar silencio por la noche, en que los niños corran por una plaza sin coches. No son pocos los que piensan que estas vacaciones “modestas” terminan siendo las más memorables. Y quizá tengan razón.
Y tú, ¿ya tienes tu rincón secreto?
Está claro: viajar sin gastar un dineral es posible. Solo hay que mirar un poco más allá del escaparate turístico de siempre. Estos destinos no tienen campañas millonarias ni influencers promocionándolos. Pero tienen algo mejor: autenticidad, precios justos y esa sensación de estar descubriendo algo que aún no ha sido devorado por el turismo de masas. Así que, si tienes uno de esos lugares escondidos que no quieres que se llene… ¿te animas a compartirlo?