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La pregunta que sobrevuela a la izquierda
Cada cierto tiempo —normalmente, cuando se avecinan elecciones— resurge el debate: ¿y si la izquierda se presentara unida? Esta vez ha sido Gabriel Rufián quien ha agitado el avispero con unas declaraciones que, como era de esperar, han provocado tanto entusiasmo como escepticismo. La idea, sobre el papel, suena bien: sumar fuerzas, evitar la dispersión de voto y plantar cara a la derecha con un bloque sólido. Pero en la práctica, las cuentas no son tan sencillas. Ni las políticas, ni las aritméticas.
¿Qué dice la Ley D’Hondt?
Aquí es donde entra en juego la temida —y a menudo malinterpretada— Ley D’Hondt. Este sistema de reparto de escaños, que se aplica en todas las elecciones generales en España, tiende a penalizar a los partidos pequeños cuando se presentan por separado. En circunscripciones con pocos escaños (las famosas provincias «pequeñas»), solo los partidos con un mínimo de apoyo relevante consiguen representación.
Es decir: en provincias donde hay solo tres o cuatro escaños en juego, si la izquierda llega dividida en cinco siglas, lo más probable es que solo el PSOE (si va fuerte) o incluso Vox se lleven la parte del león. Y eso, se mire por donde se mire, es un problema para quien quiera plantar batalla al bloque de derechas.
¿Una izquierda unida… pero cuál?
El asunto se complica cuando se baja a tierra. Porque una cosa es desear la unidad y otra lograrla. ¿Qué significaría una candidatura unificada de izquierdas? ¿Sumar, Podemos, Compromís, Más Madrid, los comunes, EH Bildu, ERC, BNG…? La lista asusta. Y no es solo una cuestión de nombres. Hay diferencias de fondo, de estrategia, de estilo, incluso de prioridades territoriales.
No son pocos los que recuerdan cómo acabó la anterior experiencia de confluencia en Unidas Podemos. Las heridas aún escuecen y hay quien ve con recelo cualquier intento de recomposición. Además, Sumar —con Yolanda Díaz al frente— ya ha mostrado dificultades para cohesionar a sus aliados, y Podemos va por libre desde hace meses. ¿Meter en la ecuación a partidos independentistas de izquierdas? Más difícil todavía.
Lo que se comenta en los pasillos
En privado, muchos dirigentes admiten que, con el sistema actual, ir juntos en algunas provincias podría ser útil. Al menos, para evitar quedarse fuera. Especialmente en Castilla y León, Cantabria, La Rioja o las dos Castillas, donde el umbral efectivo es alto. Pero otra cosa es hacer una lista única en toda España. Ahí las resistencias se disparan. Y la pregunta clave sigue sin respuesta: ¿quién lidera ese espacio?
¿Y si el problema no es solo la Ley D’Hondt?
Tal vez habría que mirar también hacia dentro. Porque, más allá del sistema electoral, la izquierda arrastra una desconexión evidente con parte del electorado. Se percibe confusión, falta de relato y demasiados egos compitiendo por el mismo metro cuadrado. Y eso, al final, pesa más que cualquier fórmula matemática.
Conclusión: ¿Un frente común o un espejismo?
La propuesta de Rufián no es nueva, pero sí oportuna. Con la Ley D’Hondt en la mano, la fragmentación resta, y mucho. Pero para que la suma funcione, primero tendría que haber algo más que voluntad táctica. Haría falta generosidad, cesiones reales y un proyecto compartido más allá del titular. ¿Es posible? Difícil. ¿Deseable? Depende de a quién se le pregunte.
Y tú, ¿crees que la izquierda debería intentarlo de nuevo? ¿O estamos ante otro brindis al sol?